Comida especial en Latam

Hace pocos días llegué de Chile en un vuelo de Latam, en el que pedí comida especial: apta para diabéticos (sin azúcar) y para celíacos (sin gluten). Lo primero, es que no resulta nada fácil poder personalizar la comida y hay que hacerlo a través de Atención al Cliente o directamente en una oficina.

La comida, si bien bastante decente, podría ser mucho mejor con algunas pequeñas modificaciones, sin necesidad de aumentar su coste. La comida fue un trozo de pechuga de pollo con patatas nuevas, tiras de calabacín y champiñones salteados, una ensalada de lechuga, aguacate y olivas, y un pequeño plato de fruta (dos rodajas de naranja y dos trozos de manzana verde). El desayuno fue un trozo de omelette con una tirita de jamón de pavo, un arroz con leche de coco y algún tipo de berry, y el mismo plato de fruta que a la comida.

Analizando el contenido, lo primero que debemos entender es que la comida "especial" no tiene por qué ser poco atractiva o no tener sabor. El pollo parecía venir de un largo invierno: totalmente blanco y carente de interés. Dudé de su cocción, pero finalmente no estaba crudo como parecía. Las patatas, claramente poco aptas para diabéticos, tampoco tenían mucho sabor. Y qué decir del resto: un aderezo preparado (casi siempre poco saludables), una ensalada que más bien parece una excusa y un postre que, en fin, al menos cumplía su objetivo, aunque la naranja no creo que sea lo más adecuado para dietas bajas en azúcar (aunque mejor que otras piezas de fruta).

El desayuno fue más desastroso: el omelette estaba seco, duro y frío... ¡Muy poco agradable! El arroz con leche de coco era curioso, pero con cero atractivo, y el plato de fruta estaba avinagrado. ¡Tuve que escupir el trozo de naranja que me había metido a la boca! Seguramente un fallo en la cadena de frío, falta de preocupación o, simplemente, una bajísima calidad del servicio.

Encima, el descontrol de las auxiliares de vuelo era tal, que no hacían más que ofrecer caramelos de cortesía (de forma insistente la primera vez, aludiendo a que yo había mirado con tentación la bandeja de dulces), bebidas gaseosas y alcohol al pasajero que pidió comida especial. Esto ya es pedir mucho, lo sé; pero quizás sería algo a tener en cuenta en el futuro para conseguir una experiencia más agradable y adecuada.

Volviendo a la comida: ¡Haced algo, por favor! Lo más curioso es que la comida "normal" era arroz con carne, un plato perfectamente apto para celíacos y diabéticos (cuidando obviamente la salsa que le acompañe y los ingredientes). ¿Por qué no aprovechar algo similar para quienes pedimos un menú especial? Opciones se me ocurren varias: carne, pollo o cerdo guisados con verduras, arroz y especias; con quinoa; un salteado oriental de verduras; un guiso de espinacas, champiñones y cebolla; un risotto de calabacín; pimientos asados; pasta de maíz, etc.

Pero, aparte de la necesaria creatividad a la hora de diseñar un menú y hacer del viaje una experiencia inolvidable (sin necesidad de aumentar el gasto), lo más importante es la presentación: una comida más interesante es posible. Latam debería invertir en ofrecer un servicio de mayor calidad para ganar prestigio y convertirse así en una de las aerolíneas latinoamericanas de referencia. ¡Incluso para la categoría Turista!